La siembra de esperanza e incertidumbre: “nunca hay algo nuevo”

Fotos por Cristina Carradero (@cristinacarradero)

El mundo agrícola fue un tema de conversación abundante luego del huracán Fiona. Aquellos que ya sufrían las consecuencias de un abandono sistemático y hasta social, se encuentran una vez más pasando por las ruinas de un evento atmosférico del cual se tendrían que volver a levantar poco a poco.

Esta edición es una distinta pues, en medio de los estragos de Fiona, Trasiego se acercó a dos invitados para conocer sus historias y experiencias como agricultores jóvenes puertorriqueños: dos historias distintas, pero con factores similares que nos dan una idea de la industria agrícola en la isla.

Richard Vázquez es un agricultor yabucoeño que en las tardes labora como enfermero. Luego de aproximadamente 6 años en la enfermería, fue que encontró su pasión en algo completamente distinto e inesperado, la agricultura.

Parte de su interés comenzó gracias a su suegro quien, con don para el cultivo, se ha desarrollado en la siembra de plátanos. Sin embargo, Richard dio sus primeros pasos en la agricultura de manera casual, aprovechando una cuerda de terreno detrás de su casa, donde sembraba ñame. Poco a poco empezó a sembrar plátanos en cuerdas de varios familiares, convirtiéndose cada siembra en un éxito. Fue en esos momentos cuando Richard comenzó a contemplar el tener su propia finca y hacer de esto su nueva misión de vida.

“Si ya nosotros eramos los que estábamos desarrollando el terreno de las demás personas, ¿por qué no tenemos uno propio y lo desarrollamos para nosotros?”, recordaba Richard su pensar en ese entonces.

“Yo empecé desde 0.

No sabía nada de agricultura hasta pocos años atrás,

y de verdad

me fascina”.

En la búsqueda para alquilar o comprar, se topa con la oportunidad de lo que es su terreno actual: una finca de 38 cuerdas, la cual hace un año oficializa como “Finca Constancia de los Millanes”, en honor a su abuela y a sus suegros.

“Empecé a buscar préstamos por todos lados a ver qué aparecía. Lamentablemente, aquí no dan préstamos para comprar finca”, mencionó el agricultor, recalcando su frustración al pensar que no lograría adquirir un espacio para su siembra, y sentir que su experiencia no era suficiente para realizar una propuesta de negocio como se exige.

Con gran sacrificio económico de su parte y familiares, Richard logró adquirir la finca con opción a compra y desarrollarla poco a poco desde sus ahorros y “pote personal”, como le llamó. De 500 en 500 y de 1,000 en 1,000 semillas sembradas, logró preparar casi todo el terreno. Justo cuando estaba listo para cortar el fruto de su trabajo, comenzó el tiempo de temblores en 2020 y así mismo cayó el mercado agrícola. Sin dejar ganancias reales, la finca tuvo que vender sus plátanos a .20 centavos los primeros meses. La tormenta Isaías en julio del mismo año, la cual tumbó toda la cosecha ya lista, y luego la pandemia, obligaron a los agricultores a continuar la venta de sus cosechas a .20 y .25 centavos: un comienzo desgarrador para Finca Constancia.

Los precios para agosto de este año, según nos comentó Richard, ya comenzaban a establecerse de mejor manera. Mientras que para otras fincas pudiese ser temporada baja, Finca Constancia ha tenido una visión distinta sembrando durante todo el año, para así tener cosecha y productos de gran calidad para vender durante todo el año. Esto les preparó para la actual temporada baja y, al haber poco inventario, sus clientes fueron en crecimiento. Su proceso finalmente estaba teniendo un merecido respiro y las ganancias de su trabajo se comenzaban a ver, hasta los sucesos del huracán Fiona.

“Uno solicita ayuda de maquinaria para limpiar desagües en las fincas y no la dan”, nos compartió Richard ante la realidad de muchos agricultores, añadiendo incluso la falta de honestidad en las ayudas que el gobierno dice brindar. “Esos fondos -los que el Departamento de Agricultura anunció luego del más reciente huracán- están anualmente… Esos abonos yo los solicité desde mayo y me vino a llegar la semana pasada, después del huracán… No están haciendo nada nuevo”, reclamó junto a otras situaciones.

“Los agricultores necesitamos que el gobierno se involucre más en la agricultura”.

A minutos de nuestra primera conversación, pasando por un proceso parecido se encuentra Kevin Lazú, un joven agricultor que cuenta con 30 cuerdas de terreno para cultivo de plátanos, principalmente, pero que también contaba con siembra de berenjega, ajíes y batatas antes de la llegada del huracán. Al estar centrado en sus estudios en Ciencias Sociales, Lazú confesó no verse inicialmente involucrado en la agricultura, aunque viniese de familia agrícola. Fue su padre quien le dio el empujón principal que lo llevó, no solo a pensar en la agricultura, sino a adentrarse por completo y tener su propia finca.

Comenzando en 2018 con solo 20 años y 6 cuerdas de un proyecto de nuevos agricultores de la Autoridad de Tierras, Lazú terminó entre 2019 y 2020 con sus 30 cuerdas y unas nuevas ganas de seguir los pasos de su familia.

“Realmente es un proceso difícil… Aquí tenía casi un 60% o 70% de la finca sembrada. Era la primera vez que tenía tanto sembrado, y vino el huracán y pufff. Me quedé como con un 20% de lo que había sembrado”, comentaba Kevin estimando $40,000 en pérdidas.

El seguro agrícola, a tres semanas del huracán y hasta el momento de esta conversación, no había hecho algún tipo de diligencia para esta finca ni para Finca Constancia.

“Cuando vemos todo el desastre que sucedió, ¿de verdad creen que hay que hacer una inspección? Todos saben que todo se perdió”, reclamó el agricultor, enfatizando en la lentitud de cada proceso y en toda oficina. “Lamentablemente, siempre se llenan hablando de que están dando esto y están dando aquello… Son fondos y programas que están ahí anualmente. No es que hay algo nuevo. Nunca hay algo nuevo…” añadió.

Aunque Yabucoa cuenta con varias fincas, en su mayoría personas que llevan muchos años en el oficio y personas de mayor edad, no ha logrado proveer respuestas eficientes para los agricultores en tiempos considerados normales, ni en tiempos de crisis. La poca eficacia de todas partes, junto a la notable distinción entre el mercado agrícola del sur y otras regiones, fueron factores comúnes en la conversación con ambos agricultores, al igual que la suma de las pérdidas que tendrán que enfrentar con incertidumbre.

Según Lazú, los eventos atmosféricos y las pocas ayudas, no son lo único trivial: la matemática de la agricultura no cuadra. En sus comienzos como trabajador de la tierra, para un saco de 50 libras de abono pagaba entre $13-$16. Ahora, unos cortos años luego, el mismo saco sale en $32 aproximadamente. A esto añadiendo que el salario mínimo de los trabajadores en finca es de $5 la hora, imposibilitando el sustento de los agricultores y sus familias.

El actual Secretario de Agricultura, Ramón González Beiró, es parte de varias generaciones familiares que trabajaron en la agricultura. Incluso, posee una compañía privada que vende productos y maquinaria a los agricultores: una situación que ha estado bajo la mirada investigativa en varias ocasiones. Por tales razones, para varios trabajadores es difícil entender su enajenación con la realidad de las tierras y el mercado agrícola puertorriqueño. Según información adquirida del CPI, en agosto el Secretario aseguró haber eliminado procesos burocráticos para ciertas ayudas, en especial para el programa Re-Grow. Sin embargo, al sol y lluvia de estas conversaciones, el progreso no se ha visto.

“Siempre necesitamos ayuda. Siempre necesitamos voluntariados”, comentó Kevin, incitando a no esperar a los momentos de crisis para brindar una mano ayuda a las fincas. “Vengo de bien abajo, y con eso me refiero a que cuando comencé en 2018 lo que tenía era media cuerdita sembrá de ajíes; nada más... De que se puede, se puede, pero para lograrlo aquí hay que tener muchas ganas”, finalizó.

Hasta el momento de esta entrevista, las fincas no contaban con redes sociales o página web. Para contactar o conocer más de Richar Vázquez o Kevin Lazú, pueden hacerlo a través de Trasiego Magazine o Monte Azul Foundation.

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